Les presento La ruta del pragmatismo, que ya está en librerías.
¿De qué se trata? Si tuviera que decirlo en pocas palabras lo haría de esta manera: este es un manifiesto en favor de lo que funciona, de lo concreto, de los hechos y de los resultados efectivos; es un manifiesto en favor de la idea de que lo que realmente importa de nuestras acciones, nuestras decisiones, nuestras instituciones, nuestras formas de organización, y nuestras maneras de comprender la realidad, es que funcionen y nos sirvan para el logro de nuestros objetivos.
Es, también, el relato de un camino personal, el de cómo llegué a esta manera de pensar.
Y es también una conversación con autores y pensadores. Principalmente con mi héroe William James, pero también con Isaiah Berlin, Bernard Mandeville, Ronald Coase, Edmund Burke y otros.
No es un tratado ni un libro de texto: es el recuento de una exploración con todas las inquietudes que ella deja, con todos los caminos que quedan abiertos, y con todas las cosas que quedan sin resolver; porque el libro mismo es fiel a una de sus tesis, la de que cada solución origina nuevas preguntas y nuevos problemas.
Es un camino que les quiero invitar a recorrer conmigo, y a que dialoguemos sobre lo que vamos encontrando.
Comparto con ustedes algunos apartes de los capítulos iniciales:
“Teníamos entonces, en Occidente, una tradición filosófica muy seria construida sobre dos pilares: la idea de que la labor de quien piensa es encontrar verdades firmes, y la idea de que para esas verdades y para todo lo que creemos debe haber fundamentos y garantías. Frente a esta filosofía la reacción del pragmatismo es atrevida y radical: es una invitación a la apertura mental, a buscar lo que sirve y lo que funciona, a privilegiar la utilidad de las cosas sobre su coherencia conceptual, y a dar más importancia a lo que viene que a lo que ya pasó”.
“El pensamiento lo necesitamos para algo y, como ese algo se va a manifestar de mil formas diferentes y en mil ocasiones distintas, debemos tener la capacidad de desplegar formas de pensar y actuar diferentes”.
“… nuestro enfoque será, sobre todo, que en todos los asuntos humanos los grandes resultados, los avances, el orden y el rumbo de las cosas, no se construyen mediante la materialización absoluta de un designio superior, ni mediante la satisfacción total de ideales de excelencia y justicia, sino mediante la agregación constante, múltiple, cambiante y funcional de pequeños intercambios y de los equilibrios que se establecen con ellos”.
“Y el concepto nuclear del enfoque pragmático de las cosas es nuestra capacidad, no necesariamente de encontrar buenos equilibrios (a veces nos sale bien, a veces no tanto), sino de entender que es mediante ellos que avanzamos, que alcanzamos logros, que hacemos cosas, que tenemos avances concretos”.
Les invito a leer, y de antemano les agradezco ese honor que me hacen.
Me da una enorme alegría esta presentación, estoy muy interesado, casi afanado por leerlo, me parece necesario que esté disponible en formato digital para kindle para beneficio de sus amigos y lectores en el exilio
¡Hola, Andrés!
Felicidades por tu libro. Me surgió una inquietud: si la funcionalidad y el cumplimiento de objetivos son lo que verdaderamente importa en nuestras acciones, decisiones, instituciones y formas de organización, ¿quién o quiénes establecen esos objetivos? ¿Nos vienen dados, o podemos deliberar sobre su validez o legitimidad? ¿Acaso podemos reducir toda la dimensión práctica a la racionalidad instrumental, aquella que sólo decide medios pero no se cuestionaos fines?